(Los fuegos artificiales de Chávez)
INVENTOS
El invento más estúpido del hombre es la guerra. Y sólo hay algo más peligroso que una guerra: sus fantasmas… los mismos que llevan vientos de miedo fronteras adentro cuando se escuchan labios afuera. Suele suceder que quienes invitan al combate no abandonan nunca su escritorio y tampoco el púlpito desde el que pregonan la fe en las batallas. Nada más absurdo que pensar en este (y en cualquier momento) en un asunto que los diarios titulen mañana como “Venezuela vs Colombia” y que no sea la reseña de lo sucedido sobre una cancha deportiva. Bombardeo de diatribas alimenta llamas que no calientan ningún hogar. Nada tan conveniente para un mandatario con problemas internos reflejados en las encuestas en las que baja su popularidad (y creen más en ellas que en los índices de crecimiento y desarrollo). Recuerdan en el sur aquella cosecha de mal vino bebido en Malvinas en mil nueve ochenta y dos. En los días de conflicto interior resulta sospechosamente conveniente buscar un enemigo que no se arrope con la misma bandera, aunque los colores sean tan los mismos.
Los hay quienes llevan tormentas en los bolsillos y sólo esperan el primer verano para dejar ver sus peores lluvias. Amenazan el clima de un hemisferio llevando consigo una suerte de calentamiento global portátil.
No hay escudos distintos a la diplomacia para los ataques de saliva, con municiones recargables, del vecino que desplaza sus tropas de peones de ajedrez a cercanías con Cúcuta. Y, quién creyera, el único argumento que Chávez tiene a mano sólo podría ser citar la doctrina Bush de "guerra preventiva"; algo más que una ironía para los diccionarios de la vida.
Azaroso azar inventarse una guerra en mal tiempo y mal lugar.