(fragmento de un cuento)
En el mercado negro venden caras las sonrisas, por eso prefiero conquistarlas al final del día. Todo lo que haces desde el amanecer hasta el después es coleccionar motivos para contar una historia que te acompaña antes de dormir. La vida también es eso; juntar respuestas para la pregunta casi automática que alguien te dispara sin silenciador: ¿hoy qué has hecho?
La torpeza tiene mil maneras de esconderse entre mis manos y me resulta difícil dibujar el itinerario del día cuando llega la noche aunque a veces lo intento. Lo dijo otro y lo dijo bien: tengo la palabra fácil pero el labio complicao. Debe ser que de pequeño no me contaban historias de aquellas que los padres encuentran para buscar el sueño de sus hijos.
En casa el sonido de los últimos silencios era el de los muebles de la sala buscando de nuevo su posición perdida por el paso de los cuerpos que nos habían hecho visita en la tarde con perico & galletas. Y los otros sonidos ya eran ruidos que nos quitaban la tranquilidad de llamarnos familia. Una voz que sube, otra que discute más bajito (ve que vas a despertar a los niños) y de súbito una calma que nada calma, que no duerme en cama. También habían canciones de fiesta que no esperaban fechas especiales para hacernos especial la noche. Al arrullo de tambores dormimos tantas veces pero en la entraña de aquel cuero no escuchaba yo ningún cuento. Por eso me cuesta al final del día contar una historia cuando me preguntas ¿hoy qué hiciste?
Ahora que lo pienso d-e-s-p-a c-i-o hoy sólo he pensado en encontrar una bonita historia para cuando suene el teléfono y poder contártela al oído. ¿Me escuchas? ¿me escuchas?
A mi me pasa asi pero no tan bonito. Simplemente basta con que me pregunten que hice hoy para que se me borre la memoria
ResponderBorrar... te escucho... te escucho.
ResponderBorrarYo sueño con el día en que pueda tocar tus cuentos y me huelan a papel y tengan una portada con un dibujito de esos que te quedan tan lindos. ¿Cuándo será?
yo te puedo preguntar por tu dia, escuchar y contarte un cuento antes de dormir...
ResponderBorrarNamarí
Don Juan Mosquera.
ResponderBorrarTe saludo desde mi casa que huele a girasoles y a frijoles con zanahoria.
Llevo 2 semanas sin escribir. Algo eterno para mi impulsiva nostalgia. Luego de leerte tendré que abrir un campito en mis trabajos navideños: ya sabés: raspar la esperma que ha dormido en la acera de mi casa (ya muchos años esta labor me traía como recompensa una rica paleta de arequipe con coco que pedía donde doña Carmen), encontrarle un buen lugar a los papás de aquél niñito que nace en diciembre y que nunca llora, moler el queso...Me has motivado a abrazar el lápiz y a chasquear los dedos.
Felices días, Don Juan.
si no lo sabes te lo inventas, dicen por ahí.
ResponderBorrarcontar lo que hice, inventar lo que no hice, puede ser una buena forma de terminar el día... con la felicidad de lo soñado y la ilusión de lo imaginado