por la ventana
con su luz de domingo,
pausada velocidad de domingo,
y sonidos de domingo
que son los mismos de una ciudad dormida
a cualquier hora de la noche.
El domingo entra
bajo la puerta
con sus columnas de opinión
y análisis del partido de fútbol
que aún no juegan
y desayunos tardíos
y misas ajenas
y el llanto de un niño a lo lejos
que llevan a besar mejillas de extraños
por obligación.
El domingo entra
por el balcón
olvidando su reloj.
A las seis de la tarde
vas a querer refugiarte
en una canción
o en un calendario
de un año que ya pasó.
Juan, te quiero con todo mi ser. Solo que acá no lo había escrito.
ResponderBorrarSoy Lili
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