viernes, octubre 20, 2006

EL FUTURO ES COSA DEL PASADO (lo único que queda es el presente)


Wellcome to the Desesperanza Kingdom. Dios ha olvidado nuestros nombres y Su Alteza La Pobreza es la reina del destino de 22 millones de personas en mi país. La Misión contra La Pobreza ha publicado su informe, dramático blues de las manos vacías, pero su eco ha sido el silencio. Como los pobres, ha sido invisible. Escribo esto mientras un plato lleno me espera en algún lugar pero eso no es suficiente para comprar mi indiferencia.

Por estos días leo los números del desasosiego: aquí los ricos ganan veinte veces más que los pobres y Colombia es el undécimo país más desigual del mundo como está consignado en otro informe (el de Desarrollo Humano 2005, emitido por la ONU) podría sumar más números como aquel de los siete millones de personas en extrema pobreza dedicadas, oficialmente, al rebusque… es decir; al abandono de cualquier certeza que te lleva a la seguridad de dormir esta noche en paz. Podría sumar más números: el crecimiento económico ha aumentado en seis de los últimos ocho años, pero los beneficiados han sido cada vez más pocos, el campo colombiano es pobre en un 68,2%. Podría sumar más números de esta adición de sustracciones, de esta resta constante. El gobierno reconoce que el 49,2% de los habitantes del país son afectados por la pobreza. La línea de pobreza puede cruzarse fácilmente como lugar sin retorno. Podría decir más números pero recuerdo los nombres, conozco las caras, camino a diario por las calles donde el hambre enseñó que sobrevivir es la única manera de vivir.

Sólo hablaré de un lugar: el barrio La Cruz, queda mucho más arriba de aquel otro barrio que se llama La Cima. Allí “el recorrido” es la primera (y a veces única) forma de subsistencia. Bajar a recoger las sobras de la ciudad, pasar por las tiendas antes de que se abran las puertas del mercado, recoger pedazos de solidaridad o limosna para regresar al mediodía compartir una bolsa medio vacía que siempre ven medio llena. Porque ser pobre no es lo mismo que ser triste y en barrios así he conocido algunas de las sonrisas más bellas y descubro que Fe es creer en lo invisible, es decir, en ellos mismos.

Mientras tanto en la radio ofrecen nuevas guerras, secuestrados a morir en el rescate, debates en el Congreso sobre los paras que nadie parará como canción que no dejan de silbar, falsos positivos y ciertos negativos. Y bajo la piel esta bomba de la que nadie hablará hasta que las astillas en los ojos no te dejen mirar… la música triunfante de la corte de los que van perdiendo un día no tendrá silencio que la cubra más, mientras tanto, Su Alteza La Pobreza no dejará de reinar.

2 comentarios:

  1. Son tan pobres quienes teniendo los bolsillos llenos no pueden disfrutar de cosas que nada cuestan.
    Lástima que muchos de los que nos enseñan lo que de verdad vale, vivan para resolver lo inmediato.
    Este mundo no tiene remedio.

    ResponderBorrar
  2. Ese papel que asumimos los inconformes cómodos, los contestatarios abollonados, los críticos reposados, los vindicadores saciados, los incorruptibles tranzados: ese papel de criticar desde la tranquilidad, es criticable.
    Es criticable, pero es importante.
    Es cuestionable pero es imprescindible.
    Lo otro es callar, y eso es criminal.

    ResponderBorrar