domingo, noviembre 11, 2007

(paredón de fusilamiento)

Sólo escriba en caso de necesidad

...así, a la manera de los avisos sobre un cristal dispuesto a romperse para liberar un extinguidor en caso de que las llamas lo llamen, me encontré con esta frase un domingo cualquiera escuchando una tertulia con testigos entre dos señores de largas canas y muchos libros entre sienes.

De la única forma en la que el tiro me parece bonito deporte es cuando cruzo por un paredón de fusilamiento (de textos), en eso me ha puesto a pensar camilo jiménez con su galería llena de tesoros de caza en www.ojoenlapaja.blogspot.com. En la virtud con la que otro escribió tu pensamiento (antes de que lo pensaras) con mejor estilo y ortografía, así como una canción de alguien que nunca te conocerá y aún así te lleva a vos adentro. Pienso en eso que otro dijo y que tu voz hubiera querido pronunciar, en esa sabiduría ajena que le da luz a tu ignorancia de todos los días. Las palabras ajenas también hablan por mí.

A veces la literatura puede cantarse además de contarse y eso tiene nombre y apellido, Joaquín Sabina lo sabe. Esta caza de citas viene de Enemigos Íntimos, el disco que publicó con F. Páez donde el español pone las letras y el argentino el ego y las armonías.

Vuelvo al principio. Aquí, entonces, lo fusilo...

SI VOLVIERAN LOS DRAGONES (Joaquin Sabina)

Si la angustia no tuviera tantos meses,
si pudiera huir de esta ciudad,
si el milagro de los panes y los peces
consiguiera darnos de cenar.

Si tuvieran corazón las autopistas,
si alguien me esperara en la estación,
si bajaran de la luna los artistas,
si acabara bien esta canción.

Si aprendiéramos a amar como animales,
si quedara tiempo que perder,
si bailaran rock and roll los generales,
si cantara el gallo rojo del amanecer.

Y los sentidos olvidaran la razón.

Y las golondrinas
supieran volver
a hacer su nido cada otoño en el reloj
de las oficinas,
si el huracán del porvenir
arrasara las fronteras
rotas las banderas por la pasión,
si reinara en el dos mil
la imaginación.

Si el silencio cotizara más que el oro,
si quedara hotel en Shangri-Lá,
si la muerte hiciera mutis por el foro,
si pudiera yo quererte hasta el final
y naufragar
en la isla del tesoro,
si los mercenarios de la soledad
incendiaran con un blues
todo el cono sur.

Si en los escombros de la revolución
creciera el árbol verde del placer,
y las catedrales se cansaran de ser
ruinas del fracaso de Dios.

Si volvieran los dragones a poblar las avenidas
de un planeta que se suicida.

Si volvieran los dragones...

Si volvieran los dragones, Robin Hood,
las amazonas, Marco Polo, Nosferatu, Garcilaso,
Casanova, Buster Keaton, Mata Hari, Don Quijote,
Macedonio, Moby Dick, Los Bucaneros,
Nostradamus, Celedonio, Sargent Pepper,
Goyeneche, Sitting Bull, La violetera,
Janis Joplin, Doctor Jekyll, D'Artagnan,
la primavera, el Cantar de los Cantares, Greta Garbo,
el Tempranillo, Babilonia, Julio Verne, Camaron, los conventillos,
Gulliver, Sierra Maestra, Bonny and Clyde,
La Magdalena, Camelot, los alquimistas,
Atahualpa, Bonavena, la tetona de Fellini, Bakunin,
las ilusiones, Espartaco, Mesalina, las cigueñas,
los bufones...

Si volvieran los dragones.


(bonus track)
Mientras los veo volar con sus bocas pronunciando fuegos, mientras la necesidad pone de nuevo palabras en mis manos, dejo aquí de paso a otro fusilado: Rodrigo Fresán, quien escribió alguna vez: Leer es una de las pocas formas de la soledad socialmente aceptadas por un mundo que tiende a sospechar de las actividades en singular. Decir “ahora no, estoy leyendo” es un escudo y decir “lo leí en un libro” es una lanza. Así, un libro es un arma de construcción masiva. Leo, luego existo.