jueves, noviembre 30, 2006

Canción de amor
para la ciudad
que me enseñó a decir amor

Curiosas maneras tiene la vida de permitirte decir lo que sientes. A veces, incluso, encuentras caminos que hacen posible que tu voz se escuche más allá de lo que tu imaginación alcanza. Y suceden pequeños milagros. Siempre he escuchado canciones a ciudades que sin visitarlas ya las conoces porque sus letras son declaraciones de amor escritas incluso desde el lugar del que acepta que la ciudad no te enamora todos los días y sin embargo.

Cuántas veces New York por Lou Reed & Woody Allen, cómo no Madrid por Loriga & Sabina o Buenos Aires según Borges o García. Y una canción nueva por estos días llamada Bogotá. La ciudad que no es escenario sino escena es mi vecina y mi asesina. A esta ciudad escribí -hace poco más de un año, creo- con palabras e imágenes la constancia de lo que conozco y siento. Así como G. Arango escribió Medellín a solas contigo, ratifico y descubro que cada quien puede dar su constancia de esta que también es su casa. Mi relato aquí es la constancia de un testigo y también de un sobreviviente. Todos somos protagonistas de nosotros mismos. Y esta es mi Lovesong. Pequeña serenata diurna de un habitante contemporáneo.

Estas palabras que también son video se llaman Del Miedo a la Esperanza. Y es una de las herramientas con las que mi ciudad se presenta al mundo que existe (si que existe) después de estas montañas. Sólo fabulé el personaje del padre hablando a su hija, todo lo demás también es cierto.

Atendiendo al pedido de alguien que aqui no nombro dejo lo que me pide; las letras que juntas se llaman guión literario y que se pueden escuchar & ver con el cariño hacia un equipo que lo hizo posible en www.medellin.gov.co en el apartado de esa página que invita a conocer Medellín. Punto & aparte, afuera preámbulos.


Medellín
Del Miedo a la Esperanza

Medellín, Medellín... tantas cosas se dicen de vos. Yo sé que la realidad completa no cabe en unos pocos segundos de noticiero o en las líneas del periódico de ayer. Ninguna ciudad está resumida en un titular de prensa. No creo que Londres sea sólo una bomba que estalló, sé que ciudad de México no es la noticia de un secuestro y estoy seguro que New York no es la hija del temor. Podría hacer una larga lista. Cuando me cuentan el mundo por fragmentos entiendo que juntar esos pedazos no hace un espejo.

Quisiera que tanta gente conociera esta ciudad como la conozco yo, como la conocemos los que hemos visto el color de un atardecer en Medellín. Me gusta recorrerla siempre un poco más para que me cuente los secretos de un lugar donde la vida siempre insiste en palpitar.

¿Sabes cómo es este paisaje? Las montañas que rodean este valle son el abrazo con el que despertamos todos los días, con el ánimo cierto de nuestros mejores propósitos. Todas las calles de mi ciudad conducen a un lugar donde nace una sonrisa. Porque así somos incluso en las horas más difíciles. Tienes que estar aquí para verlo.

Aprendimos a poner las dificultades de nuestro lado, la geografía incluso; caminos que se hacen avenidas, senderos que se transforman en escaleras al cielo, el Metro que nos cambió la vida y el Metrocable que es el asombro acariciando la ladera de barrios marginales a donde algunos piensan que sólo había llegado el olvido y hoy hasta sus preocupaciones cambiaron. La ingeniería y el ingenio nos acercan a todos.

Es fácil encontrar el amor en Medellín. Vivir nuestra ciudad es estar dispuesto a enamorarse. Recuerdo la ingenuidad y ternura de mi primer beso y las flores que llevé el día después, porque hay flores para todos los días, siempre estamos en estación.

El campo define el mapa de esta ciudad, el verde es el color con que podrías pintarlo, está donde tus ojos quieran mirar. La montaña y el valle nos dan de comer y el agua nuestra nunca falta; los riachuelos son hilos de vida en toda esta topografía.

Crecimos escuchando que Medellín era el corazón industrial de Colombia. Y no ha dejado de serlo. Por aquí pasa el mundo; cada día escucho más acentos distintos que llegan atraídos por los negocios y los eventos, por las ferias y los congresos que aquí encuentran casa, hogar y sede.

Oportunidad también es otra manera de decir Medellín.

Alguna vez casi pierdo un hermano; las enfermedades son así. Pero en el silencio de hospital se escucha el murmullo de los milagros. Y la salud vuelve de la mano del talento de alguien a quien llamo doctor. Yo no soy el único que cuenta esta historia, los trasplantes son tantos... los avances en cirugías, las investigaciones científicas...
tantas personas vienen de países distintos en busca de la esperanza que aquí encuentran.

Tenemos un presente y un pasado lleno de orgullos, es cierto. Pero también una historia que nos hizo hermanos en el dolor, llevamos las marcas en la piel de la memoria, por eso nuestra primera apuesta es por la vida. Y vamos ganando. No decimos convivencia, la estamos respirando.

Hubo un tiempo en que a los aeropuertos nuestros sentías que sólo se iba para decir adiós. Nuestro calendario ha cambiado los días y las terminales han vuelto a ser la puerta abierta de las bienvenidas y los abrazos. Porque Medellín siempre te da un motivo para regresar.

Uno vuelve para salir con ella a tomar café, para ir a cine y regresar a pie, por la alegría de aquella fiesta, por esa mirada que no puedes dejar atrás, por la comida que sólo se hace aquí, uno se queda para ver cómo envejecen los barrios viejos y cómo crecen los lugares nuevos, uno visita el Museo de Antioquia para que la historia te hable al oído y acariciar un Botero bajo el sol.

Uno sabe que el amor está en un parque y se detiene a espiarlo con cariño. Tantos sitios esenciales que cada uno de nosotros tiene un mapa propio para enseñarle a los amigos.

El corazón de nuestra ciudad tiene nombre de barrio. La escuela está allí y en los ojos de niñas y niños se ve que el futuro ya empezó. La educación es la nueva piedra que esta ciudad fundó.

No tenemos miedo a soñar. Y nos parecemos a nuestros sueños. Medellín tiene rostro, tantos rostros que construyen juntos las posibilidades de mañana. Nunca podré decir a qué suena esta ciudad. La música es generosa y se escucha en balcones y rincones, en el violín de un niña de barrio que no piensa en armas porque prefiere sinfonías. Y la alegría está en las calles, este documento de identidad nos dice que somos latinos y que no podemos dejar de bailar. Todas las músicas que tu oído conoce son parte de la banda sonora de esta película que llamas Medellín.

Ah, y siempre la feria de Flores para recordar como se hizo la tierra de los antioqueños, el traje de luces en navidad con que se viste toda la ciudad. Y todas esas fiestas que son llamados para que la gente salga a encontrarse. Y recordamos que crecimos juntos.

Yo siempre vuelvo a casa y siento que mi lugar está aquí porque en el abrazo de mi hija descubro que quiero que ella crezca en Medellín.

En los últimos años
Medellín ha pasado del Miedo a la Tranquilidad
Y de la Tranquilidad a la Esperanza

miércoles, noviembre 29, 2006


ESTA ES TU CASA

Llámalo panfleto, yo le digo consigna. Con algunos amigos insistimos en mirar a los ojos a tantas personas que conocemos en barrios tan altos y en riveras tan bajas, en cruces de caminos, en paraísos fantasmas. Realizamos algunos gestos en los que el arte ha sido buena herramienta para generar conciencia -al menos en la nuestra- y en medio de esta empatía despertar un genuino sentimiento de compañía. Mientras tanto en algún noticiero de esta semana dice el director del DANE que los desplazados en Colombia no conocen el frío de las calles en las ciudades, que no los busques allí, que ahí no están. Pareciera que no conoce el doctor la realidad que cambia la cosecha en el campo por la mendicidad de migajas en la madrugada afuera de un minimercado sin abrir, eso a lo que llaman El Recorrido y que no es más que la procesión de la tristeza que trae el hambre y se lleva la dignidad del hombre. Los Desplazados esperan el día de llamarse Los Regresados, cruzar la frontera de Los Asentados y no sentirse extranjeros sin haber visto jamás su foto en pasaporte alguno. Dejo aquí algunas palabras que acompañan las fotografías y la iniciativa de Luigi Baquero & Marta Salazar.

*
Irse sin querer marcharse. Huir incluso de la propia vida.
Gente que mueve su casa como caracol sin caparazón
Cuando tu casa no es más tu casa. Y después de la huída no encuentras bienvenidas
Tres millones de desplazados en Colombia
Vienen desde el olvido y su pasado son recuerdos de un pasado que mal pasó
Es la historia de los que pierden su historia
Y no tienen más patria que el suelo perdido
Refugiados sin refugio que repiran el aire en que no estás
Todos merecemos un lugar al que podamos llamar hogar
Por la dignidad de un techo que no sea futuro cerrado bajo cielo abierto.
UNA CASA PARA TODOS





miércoles, noviembre 22, 2006

El Olvido Que Seremos empieza a dejar recuerdos. La presentación del libro de dos veces Héctor Abad. Y contar que el corazón sabe recordar.
AYER
Ayer fue el bautizo de El Olvido que Seremos, el libro que nos saca de Amnesialand; ese lugar donde todos prefieren el olvido porque disipa lo malvivido. Ayer, después de haber cerrado las páginas de un libro que tengo abierto en el pecho me encontré con las líneas vivas de historias de muertos que, como dijo Abad recordando a Fernando González, no son ausencias sino presencias porque han estado vivos con vigor en labios de esa familia que escribe la palabra Dignidad con cada letra de decir Memoria.
Cuando Literatura y Realidad se encuentran el mundo gira de maneras extrañas y te cambia hasta las entrañas: lo que para alguien afuera de esta geografía y de los periódicos con los que crecí será una novela sobre las posibilidades e imposibilidades de ser humano, resulta ser la biografía de tantos que no se llaman Héctor Abad pero que podrían voltear a mirar escuchando este nombre porque esta también es su historia.
Ayer en la Torre de la Memoria, en la sala Manuel Mejía Vallejo todos estaban presentes (incluso los ausentes) celebrando la vida de poder contarnos esta historia que jamás debió ser escrita, porque jamás debió vivirse. Y volví a ver los rostros de tantos a los que leí allí entre frases que el valor, el cariño, el dolor y la tinta convirtieron en personajes de libro. Y me encontré con Héctor Abad Gómez y Marta Abad Faciolince entre hermosas canciones tristes de Coral y bellas melodías alegres del cuarteto que debió ser quinteto de Claudia Gómez, Pilar Posada y las demás que tenían cruzada una amiga en la garganta.
Ayer escuché el llamado a los Recuerdos de Mañana: cuando los pájaros sean algo que todos los cielos extrañen (Y el día esté lejano, advierte Barba Jacob) y tengo presente que el futuro es algo que ya empezó mientras en la presentación de aquel libro no respirábamos aire sino amor. El amor después del amor.
Ayer Héctor Abad Gómez lucía su última camisa blanca. Ayer Héctor Abad Faciolince vestía de negro pero no eran de luto su abrazo y su mirada. Y recordé que lloré en la librería apenas en la línea de empezar. Y esas lágrimas primeras que desde el epígrafe estuvieron conmigo dieron paso a sonrisas también en ciertos pasajes después de dejar cierta rabia atrás y al final me quedé con la sonrisa de saber que personajes entrañables como las que trae El Olvido... son personas nacidas del corazón y no de la imaginación. Como tantos sueños nacidos en Medellín, que es ciudad y también cicatríz.
Ayer estuve allí entre los tantos que ahora son, además, páginas de libro y los apretaba con cariño la misma mano que los escribió. Ayer recordé lo que el viento del olvido nunca se llevó: All We Need Is Love.

viernes, noviembre 17, 2006


Reseña de un disco que todavía no escuché
(y sin embargo me gustó tanto...)

PALABRAS PALA, PALABRAS

Las canciones guardan la virtud de darle al aire nuevos átomos inestables. Con las canciones aprendí que es posible respirar recuerdos. Las canciones siempre han sido un paisaje donde perderse es una manera de volverse a encontrar. Y son un tesoro ingrávido que viaja en la levedad de los días más graves para llevarte adentro del pensamiento de otro que sintió lo mismo que vos con mejores palabras. Una canción es el mapa que alguien te dejó como rastro mientras se adentraba en la Calle de la Sensación. La ruta del ladrón -que llamamos compositor- que descaradamente canta al mundo con la insolencia del que sabe que no hay mejor lugar para ocultar un corazón que dejarlo a la vista de todos.
Esto me ha pasado con el nuevo disco publicado por Pala aún sin escucharlo, un trabajoobradeartepequeñopedazodecielo llamado Palabras como lógica derivación de su nombre y consecuencia del oficio de este autor. Porque si algo no podría ocultar (aunque quisiera) es su cínico talento al momento de escribir letras que más que canciones son himnos, que son retratos y a la vez relatos, que siempre son una declaración de principios que allí donde termina la guitarra nos encuentra dispuestos a entregar lo que no teníamos mientras llegamos al final sólo por el placer de volver a empezar.
La cartografía de las ciudades que conducen al corazón de Pala está presente y desnuda adentro del tracklist. Bogotá sin Santa Fe y la vieja Europa y la Habana Vieja, Buenos Aires que soplan sobre Medellín y un barrio que igual que un tango te taladra la cabeza. Todo lo odiado y también lo querido, lo que por humanos nos hace divinos se escapa como suspiro y también como grito, como lágrima o como flash... bien sabe Carlos que decir Amor es escribir Hernán y pronunciar Piedad.
Con Palabras viaja Colombianito, un bonus disc algunos dirán. Otros sabemos que no había cajón tan grande que pudiera guardarlo porque lo que ahi vive es también la historia de un país al borde de sí mismo. Y no hay más peligroso abismo. Sonrío al saber que muchos podrán escuchar composiciones que han compuesto mi mirada perdida. Por Siempre Vuelvo a Casa conocí a Ana María y desde ésa canción supe que la amaría. No podía yo seguir con el peso de guardar más ese disco en casa sin poder ponerlo en oídos de todos de la misma manera que soy incapaz de robar un Rembrandt para no mostrarlo a nadie.
Discupará el Olvido, que todo lo une, que hoy no enumere el catálogo de logros de este Artista. Que no haga lista de los títulos ni los valiosos nombres que hacen de Palabras el flamante disco de un solista, pero jamás de un solitario. Disculpará el desconocido la vanidad de mi sonrisa porque aquí me encuentro, honesta y discretamente, reseñando la existencia de este disco que vence la espera que la esperanza nos había prometido. Yo soy el amigo que nadie menciona de Oscar Wilde, el último borracho que salió ayer de la fiesta de Sabina, soy el extra de aquella película de Wenders que nunca viste, fui confidente del último secreto que dijo Vallejo y también la sombra desenfocada en cada foto de la histeria de los Beatles. Soy todos ellos y también algunos más porque conozco la gloria de conocer de cerca a un hombre que merece todos lo reflectores. Yo sé como se sienten los hombres que son prójimos próximos de los grandes nombres porque allí donde dice Pala decid Amigo.
Todavía sin escucharlo se bien que Palabras es parte del patrimonio nacional. En muchos kilómetros a la redonda nadie escribe canciones como esas. Siempre agradeceremos que alguien que escribe primero lea -y Pala lo hace-, siempre agradeceremos que alguien que cuente la vida primero la viva -y Pala lo sabe-, siempre dirán que no hablamos de nada cuando hablamos de amor... pero Pala lo dice todo.
Si, ya sé que aún no he escuchado este disco. Pero hay certeza en esta sensación; no está en mi oído y ya me gustó: está en mi corazón. De algo estoy seguro... sus canciones hacen más liviano el aire que respiro.

lunes, noviembre 13, 2006


UN ALBUM DE PREGUNTAS

Salimos a la calle a coleccionar preguntas. Volvemos a casa sin semilla de respuesta. Afuera otro reinado de belleza en la ciudad más bella mientras las murallas no detienen el salitre de la pobreza de esa que ahora llaman La Tercera Cartagena. ¿Reinas de cuál nobleza? Los únicos noticieros que parecen magazin son los de mi país, hago zapping y no veo nada así en lo que transmiten afuera de aquí, en otro lugar las noticias son noticias mientras acá nos entretienen con titulares de pasquín al mediodia con farándula de tarde entera ¿Quién dijo que el novio de una actriz era noticia nacional? Otra vez el invierno hace un rio con la tranquilidad de un pueblo que olvidó el viejo dicho que dice prevenir para no lamentar. ¿Hace un año pensaron que no iba a volver a llover? Un nuevo disco de Aterciopelados comienza otra vez, de verdad, a ser suceso musical ¿Y aquí en qué emisora lo han puesto a sonar? La cartelera de cine tiene anuncios de nuevas películas gringas de terror, todas son parte de la ola del remake japonés, el horror que te hace abrir los ojos tiene los ojos rasgados. ¿No encuentran los norteamericanos en ellos mismos algo que los pueda asustar? Y ya que hablamos de allá... Uribe vuelve a viajar y lo ha hecho tanto que su visita ya no es de Estado porque el viaje mensual a USA es su estado natural ¿Y en Washington quién sabe que él está allá? Pasando el dial deportivo encuentro a Envigado Futbol Club en la segunda división y hablan del partido en el que dijo adiós. ¿Habrá algún comentarista que diga que a este equipo el gol que lo eliminó fue la bala que a su dueño mató? Ciertas cosas no se preguntan en Colombia. ¿Ciertas cosas no se preguntan en Colombia?
Mientras huyen tres congresistas, mientras otra cámara dispara su flash, mientras el dólar baja, mientras el hambre sube, mientras estrenan otra telenovela, mientras el reality nos robó la palabra realidad... Te invito a llenar con tus caramelos más escasos este álbum; hoy me ha dado por coleccionar preguntas, por sacar a pasear a mi genuina ingenuidad y he recordado la pregunta del niño ciego: ¿de qué color es el viento?

martes, noviembre 07, 2006

LA NiÑA MIRADA & LA MiRADA dE LA NiÑA
En los ojos de una niña he visto a Thelma & Louise; ella andaba buscando el precipicio perfecto. Pequeña princesa que jamás será la reina del baile. Huía de casa donde humeaban los restos de una guerra a la luz de las velas. Era domingo y dios, como es costumbre, había salido a descansar y no dejó a nadie a cargo... por eso no hubo respuesta a sus oraciones. Los vecinos la vieron caminar con su ropa de siempre y la tristeza acostumbrada que juntaba en sus lágrimas todas las lluvias del peor invierno. Yo ví llorar a un fantasma.
Quisiera encontrar el lugar donde el amor no se equivoca con su manera de poner palabras erradas en nuestra boca. Quisiera haber dicho justo lo que ella necesitaba escuchar pero estaba yo tan lejos como puede estarlo un desconocido: a un nombre y un corazón de distancia. Y nada te hace sentir tan impotente como prometer un futuro mejor a alguien que jamás volverás a ver.
A veces, sometimes, abre el cielo y sólo llueve dolor.

sábado, noviembre 04, 2006


CANCIONES DE FE Y DEVOCIÓN

Angel de la guarda don`nt let me down
Y no me dejes caer. Soy la tentación
Y de mi, todo el mal
Volver con la frente marchita
que es toda la fortuna de mi pobre corazón
Evaporada la lluvia del diluvio universal
algunas gotas se quedaron en los ojos de los tristes.
Y de los que lloran de alegría
éxodo y tango y lunes
El cuerpo que danza no precisa rezar
dios lo sabe. Y llueve. Y no llora
Al ángel de la guarda le digo que no baje la guardia
Que con bien te guarde
Así sea
dios nos salve
Eso sería mucha gracia
Volver
Como siempre, tan sólo, se vuelve
al primer amor



jueves, noviembre 02, 2006

BIOGRaFÍA DE LOS CALLADOS
A veces es difícil no sentirse un poco a medio camino entre un sobreviviente de guerra y el ganador de la lotería Otrodíaquepuedesrespirar. Hablo de la historia reciente que por cercana algunos creen que es anécdota y no historia. En el barrio Eduardo Santos (que nunca han visitado miembros de esa familia), en aquello que por extensión todos conocieron como Comuna 13, me contaron esta escena sucedida hace apenas tres años... para nadie es secreto que un método para bajar los números de los desertores estudiantiles son los Restaurantes Escolares y han resultado buena herramienta; mientras esperas la comida, algo estudias. Pues así fue: una mañana bajo una lluvia de balas a pleno sol de verano Manuel, el rector del colegio, llamó a casa de algunos los alumnos para activar la cadena de llamadas que anuncia que hoy no hay clases. Y en el colegio las puertas cerradas al combate abierto que en las calles tenían paracos y guerrillos (en plena ciudad) tuvieron que abrirse ante los golpes de los nudillos de un niño de nueve años que atravesó aquel nudo de tristeza, estupidez y violencia que es un combate, para tocar esas puertas de la escuela. ¡Pero por qué se vino, yo les avisé que hoy no hay clase, que hoy la calle no es de nosotros! le dijo Manuel. Y el niño que desafió todo, menos la voz del maestro en la puerta, le dijo entonces: es que si yo no vengo al colegio, no como.
Hoy me ha dado por recordar, en medio de esta calma fría de ciertas esquinas, la primera vez que me llegó una amenaza por algo que había publicado en pleno uso del atrevimiento casi adolescente que sigue conmigo. Este recuerdo (que bien mirado no tiene nada que ver) viene a mi mientras miro los ojos de Manuel contándome la historia ya contada. Después de aquel mensaje oscuro, años ya, esto fue lo que escribí...

PANTOFOBIA

Apagas la televisión y las malas noticias escapadas del telediario siguen por ahí, pero piensas que no entrarán en tu casa porque el día de la santa cruz dijiste mil veces jesús, jesús, jesús...
Sé que el mundo afuera, en las calles, no es como en las películas y que hasta en las salas de cine se siente mucho frío.
Hay días en los que ninguna oración sagrada puede defenderte. Ni curarte la sensibilidad herida con ese miedo a todo, con esta pantofobia.
Lo peor que pudieron enseñarme en la infancia fue a tener miedo.
Hoy tengo miedo.
Y me da miedo decirlo en voz alta.
Algunas palabras pueden quemarte la garganta.

miércoles, noviembre 01, 2006

El Olvido Que Seremos

Por estos días leo, qué digo leer, para ser sincero lloro de tristeza y de ternura mientras paso la mirada y los pensamientos sobre las líneas del libro El olvido que seremos de Héctor Abad Faciolince y que no es más que el retrato de un hombre amado por otro otro hombre; el amor del hijo por el padre. Una historia con final infeliz que empieza con recordarnos lo que ya sabíamos: a Héctor Abad Gómez lo matan y no fue el mayordomo. Esta novela que no es novela me lleva por esta ciudad que también es parroquia y a todo lo llama con nombre y apellido, polaroid de locura ordinaria es esta biografía del hijo contando al padre. En la solapa me hablan de Kafka visitado al revés en su Carta al Padre... yo recuerdo Big Fish, Invasiones Bárbaras, Adiós a Lenin, Historias Mínimas, Crash. El tono menor de las grandes historias es así.
El asunto, este libro, empieza con este epígrafe de Yehuda Amijai:
Y por amor a la memoria
llevo sobre mi cara la cara de mi padre
traigo aquí un poema publicado, años ya, en la revista Número...
MEMENTO
Por Héctor Abad Faciolince
Mi padre era doctor y olía a limpio.
Me gustaba el recuerdo de su olor sobre la almohada cuando se iba de viaje,
y miraba hechizado cuando estaba en la casa su brocha de afeitar.
Con sus cuchillas, por tocarlas, por medirles el filo que raspaba sus mejillas, me corté muchas veceslas yemas de los dedos.
¡Esa sangre tan roja entre mis manos!
Por la mañana amabalas huellas de sus pies en las baldosas
y los rollitos de los calcetines dejados en el suelo,
y sus muchas corbatas en el clóset
tras el frasco de agua de colonia Roger Gallet, que alguna vez regué.
Nunca consideré si era feo o buenmozo
por mucho que los otros mencionaran su nariz de rabino y su cabeza calva.
No lo consideré, pero cuando mis ojos veían su semblante para mí era la calma.
Yo tocaba tambor en su barriga
y desde sus rodillas en las lentas mañanas del domingo rodaba piernas abajo por las espinillas.
Mi hermana un día lo hizo desmayar con un abrazo,
y él siempre a todos nos dejó aturdidos con la ventosa enorme de sus besos
y con el viento de sus carcajadas.
Mi padre recitaba poemas de memoria y me leía en voz alta el Martín Fierrobajo un árbol umbroso de Rionegro.
Todos los sábados se ponía un sombrero y en su rosal se hacía jardinero.
«Nací en el siglo XIII y campesino, no tengo otro abolengo».
Como era liberal, se decía cristiano y comunista porque amaba a los pobres,
porque sufría con el sufrimiento.
Mi padre vacunaba por las selvas, daba horas y horas y más horas de clase en la universidad y también en las cárceles, participaba en marchas de protesta
empuñando con furia sus pañuelos blancos
y publicaba artículos en los periódicos diciendo el nombre de los torturadores,
«capitán tal, sargento hijo de tal»,
denunciando secuestros, asesinatos y desapariciones.
Yo lo quería tanto que, de niño, había decidido morir si él se moría.
No lo cumplí de grande, hace unos años, cuando no se murió sino que lo mataron.
Aunque era manso, tal vez porque era manso lo mataron.
También era valiente y no envalentonado, era manso y valiente
porque estaba en peligro y no sentía miedo
y su única arma eran las teclas de una Olivetti azulo el azul de la tinta de un bolígrafo.
Eso ha tenido un nombre: resistencia.
Nunca entendimos que lo hubieran matado
ni que el traje con sangreque me entregaron en el anfiteatro
pudiera ser su traje con su sangre.
¡Nunca sangre tan roja entre mis dedos!
Había en los bolsillos un poema de Borges, «Epitafio»,
una lista de muerte con su nombre,
y una bala incrustada en el forro del cuello.
La bala fue una de las seis que lo mataron y no la conservamos;
los nombres de la lista fueron siendo borrados, en los meses siguientes, por los asesinos.
El poema decía:«Ya somos el olvido que seremos».
Y es verdad. A veces lo olvidamos.
Yo voy a recordarlo el día en que me muera.
(Caracas, viernes 26 de febrero de 1999)