viernes, octubre 09, 2009

(Obama y el Premio Nobel)

Qué lindo color negro tiene hoy la blanca paloma de la paz


Hay hombres y mujeres que pierden su nombre y ganan otro en el camino. Se convierte en reflector y llave, a la vez son faro y abren puertas, son los Premios Nobel. Esas dos palabras se convierten en pronombre de prohombres y van por el mundo como una nueva nobleza que ha teñido de azul su sangre con el mérito de su obra. Es su pasado - y tantas veces el difícil camino que han pasado- lo que los hace merecedores del futuro que se conquista cuando a un salón entra un Premio Nobel caminando con cara de ciudadano.

Pues hoy ha dinamitado (como aquella otra invención de Alfred Nobel) la noticia del Premio Nobel de Paz para Obama. Yo, como la mayoria del mundo afuera de Estados Unidos, voté espiritualmente por él (si una cosa así pudiera existir) y claro que tengo simpatías hacia quien puede encarnar Diferencia y Esperanza pero en este momento no entiendo al jurado que lo confiere como apuesta por lo que no ha sucedido y no por la vida consagrada y con resultados en tal encomieda. Esto sucede justo en el momento en que el gobierno norteamericano se alista a robustecer el pie de fuerza en Afganistán, Irak ve lejos en los calendarios la retirada y la despedida del pelotón US Army y Cuba sabe que todo está por pasar pero todavía no. Igual están en camino los que dormirán mañana en alguna de siete bases militares de acento inglés en suelo bajo cielo colombiano...

Hoy hablamos del Nobel Prize, mañana sabremos del Nobel Price... Barak Obama apenas comienza la ruta de los cambios que lleva en la cabeza y que palpitan en su corazón, pero creo que le han otorgado el Premio Nobel de la Paz sólo por ir a a trabajar a la oficina.