lunes, marzo 03, 2008

(Colombia, Ecuador & Venezuela)

Paisaje de Fronteras

Un poema mientras soplan vientos, vientos de guerra, mientras se desplazan tropas extranjeras a las fronteras y nos encontramos con la vista en un abismo de malas noticias que nos rodean la garganta y la mirada. Bombardeo de incertidumbres y la certeza del miedo en la cara de mamá preguntando ¿mijo, qué va a pasar?

Los Ministerios de Violencia de cada país preparan el ataque como la mejor defensa mientras la guerrilla sonríe aún de luto y el enemigo interior nos mira mientras calcula desde afuera. El ajedrez está al revés. Vivimos en la frontera entre un quizás y un tal vez.

Entonces, como un ángel, Angel Gónzalez -poeta español recién muerto y siemprevivo- me dice hoy esto al oído y lo traigo, sin otro pretexto, a este paredón (de fusilamiento) de textos. Que nadie declare guerra es la primera voz de alguien que busca calma cuando es difícil pedir paz.

PRIMERA EVOCACIÓN
(Angel González)

Recuerdo bien a mi madre
Tenía miedo del viento, era pequeña de esatura, la asustaban los truenos
y las guerras
siempre estaba temiéndolas
de lejos
desde antes
de la última ruptura
del Tratado suscrito
por todos los ministros de asuntos exteriores.

Recuerdo que yo no comprendía
El viento se llevaba
silbando
las hojas de los árboles y era como un alegre barrendero
que dejaba las niñas despeinadas y enteras, con las piernas desnudas e inocentes
Por otra parte
el trueno tronaba demasiado
era imposible soportar sin horror esa estridencia,
aunque jamás ocurría nada luego:
la lluvia se encargaba de borrar el dibujo violento del relámpago
y el arco iris
ponía un bucólico fin a tanto estrépito.

Llegó también la guera en mal verano,
llegó después la paz, tras un invierno todavía peor.
Esa vez, sin embargo, no devolvió lo arrebatado el viento.
Ni la lluevia pudo borrar las huellas de la sangre.
Perdido para siempre lo perdido
atrás quedo definitivamente muerto lo que fue muerto.

Por eso (y por más cosas) recuerdo muchas veces a mi madre;
cuando el viento se adueña de las calles de la noche
y golpea las puertas
y huye y deja un rastro de cristales y de ramas rotas
que, al alba, laciudad muestra desolada y lívida

Cuando el rayo
hiende el aire y crepita
y cae en tierra trazando surcos de carbón y fuego,
erizando los lomos de los gatos
y trastocando el norte de las brújulas

Y, sobre todo,
cuando la guerra ha comenzado
lejos (nos dicen) y pequeña (no hay por qué preocuparse)
cubriendo de cadáveres mínimos distantes territorios,
de crímenes lejanos.
de huérfanos
pequeños...