Música Triste
El hambre viene, el hombre se va. No hay música más triste que la balada lánguida de los platos vacíos. El compás de un estómago hambriento marca el ritmo de una danza que no permite pensar. La historia me cuenta que el hambre es madre de la sed (de venganza) y la mirada de un niño empieza a perder por inanición toda ingenuidad.
Los campos son generosos, el paisaje exuberante, la naturaleza dispuesta y las vitrinas de la ciudad están llenas… hay comida, eso es tan cierto como decir que lo único que se reparte por igual se llama inequidad. Nada está donde debería estar: la tristeza, otra vez, es el menú de hoy. Todas las leyes encuentran buen papel donde escribirse pero la realidad no tiene firme el pulso para verlas cumplir. En este momento alguien está deseando tener derecho a tener derecho.
La única guerra que merece lucharse es el combate contra el hambre y el campo de lucha está en la conciencia y los escritorios desde donde puede cambiarse el sentido a la palabra destino. Para que el instinto irracional no nos robe el pedazo de humanidad que ayuda a dormir al animal que también nos suele habitar.
La belleza de la siembra se encuentra con la tragedia de esta cosecha: el sabor de la nostalgia en la boca que sólo besa al recuerdo del sabor que nunca ha vuelto a probar. El cuerpo delgado de esperar el alimento que esta noche tampoco llegará. Tú dices tres comidas al día y le sumas algunas más, ellos no conocen más matemática que la del azar. El hambre viene, el hombre se va.
Texto escrito luego de ver unas (bellas) fotografías de Luigi Baquero que no tienen nada miseria y todo de dignidad al momento de hablar de este inminente problema nacional. Y en cada encuadre tantos colores como historias atrás... www.luigibaquero.com