lunes, enero 22, 2007


CUANDO MICHAEL JACKSON ERA NEGRO

Tenía ganas de hacer gol. Era domingo y quería volver a casa con una historia para contar. Un cuento donde yo sería el héroe que acababa de salvar el mundo con el poder de una zurda imparable, la tribuna cantaría por mí como los ángeles repitiendo en coro el verdadero nombre de dios. Pero siempre entrábamos a la cancha con el marcador en contra, así fuera apenas el primer minuto. Debí desear ser boxeador: me va mejor golpeando a mi sombra pero esa, por entonces, no era una opción. Los domingos tienen el aire de los días que no deberían terminar. Aunque han pasado años prefiero la mañana del domingo a la noche del viernes aunque no traiga los besos que fácilmente te dan. Salía a la cancha con la firme intención de ser Kempes o Tarantini, que mis jugadas fueran el orgullo que hace que tus padres olviden que al principio de la historia no sabían qué hacer con la noticia de estar embarazados de ti. Necesitaba un gol, entonces miré cerca del arco y allí estaba: era tan bella que dolía mirarla como dicen por ahí, y antes que Fito Páez sospechara la frase escribí en mi cabeza: Yo no buscaba a nadie y te vi.

Algo estaba cambiando definitivamente y era un punto sin retorno, nunca volvería a ser el de antes. Ahora el mundo que anteriormente estaba dividido entre niños y adultos comenzaba a tener variaciones en mi conciencia… ahora existían las niñas y las mujeres. Y por supuesto no estoy hablando de mi madre y mi hermana. Esto fue una revelación y puedo jurar que la tierra empezó a girar más despacio ese domingo, al menos para mí.

Michael Jackson era negro. No sé si algunos de ustedes nacidos-después-de-cierta-fecha lo sepan, no sé si algunos de ustedes nacidos-después-de-cierta-fecha sepan quién es Michael Jackson. No te hablo de un pedófilo desnarigado que viste en E! Entertainment Television. El era un artista fundamental que influenció a todos y a los demás también; el hijo legítimo de James Brown y Stevie Wonder… además nos dio We Are The World y muchos le creímos aunque los gobiernos se rieran de nuestra genuina ingenuidad.

El caso es que mientras Michael Jackson era negro, brillaba en el firmamento pop como la más grande estrella, yo estaba en la tierra notando que algunas mujeres son fugaces y eternas como los cometas: pasan por tu vida con esa luz inolvidable que no dejas de mirar para dejarte luego en el cielo más oscuro esperando a que vuelvan. Yo jugaba fútbol, que era un asunto de hombres, necesitaba un gol para contar una bonita historia y cerca de la portería -ya lo dije- estaba Ella como tiro libre al corazón y ya no recuerdo el marcador.

Desde ese día pedí ser arquero pero si hubiera sido necesario incluso habría sido árbitro. Michael Jackson pidió ser blanco y creo que ahí todo se jodió. Al domingo siguiente me sudaban tanto las manos que cada balón me resbaló y no escuché mi nombre... sólo el grito de otro que nunca seré yo con el eco del gol. Y ella, como el cometa que nunca vi dos veces, ella por supuesto no volvió.



martes, enero 16, 2007



LECCIONES APRENDIDAS DESDE UNA VENTANA

Un chico aprende a montar en bicicleta en este momento. La bicicleta tiene dos ruedas (renunció a las cuatro del primerizo si sumas las dos pequeñas que solían sostenerla atrás) y la calle es tan interminable y misteriosa para él como puede serlo un mapa del tesoro para un viajero virgen en su aventura inicial. El chico pedalea con temor e incertidumbre pero con la misma devoción de una monja el día de su santo. Con esa fe devora los metros que lo llevan desde la puerta de su casa hasta la esquina más próxima; donde termina la cuadra y empieza el mundo. Luego sus piernas le demuestran la confianza que nunca pensó que alcanzaría frente al tablero en clase de matemáticas el día que tenía la respuesta exacta a la pregunta que nadie intentó siquiera adivinar. Y con esa porción de orgullo propio se siente el piloto de su propia vida y la bicicleta es suficiente reino para ser príncipe por lo menos por este momento y dos ruedas lo elevan del suelo al cielo con un sillín de por medio. Se siente capaz de desafiar la furia de dios cuando el impulso es suficiente.

Un chico aprende a montar en bicicleta en este momento. Avanza como lo hacen las malas noticias, veloz y azarosamente, pero su motor es esperanza en estado puro. El chico, que monta solo la bicicleta por primera vez, cae solo de bruces al asfalto por primera vez con la torpeza que suele esconderse en nuestros más finos movimientos. Le tiemblan las piernas, los brazos, lo único que acelera es su corazón mientras la bicicleta está detenida y sus ojos buscan que nadie lo haya visto tropezar. En la vida cuando das un mal paso y caes siempre sobra un zapato. Recoge todo del piso mientras se levanta con señas de la caída pero no le arde tanto como para no volver a intentarlo y empieza de nuevo a usar el pequeño muro del frente de su casa como si fuera escalera al cielo. El chico se promete que esta vez si será. Y con cada pedalazo su herida empieza a sanar.

Un chico aprende a montar en bicicleta en este momento. Primero un pie, el cuerpo entero después y ahí va otra vez. Seguro volverá a caer pero no le importa, siempre se levanta con la sonrisa intacta. Yo lo miro desde mi ventana. Y aprendo. Y aprendo.

jueves, enero 11, 2007

NoTICIA dE UN SECUESTRO
Ciertas palabras no deberían ser escritas. Ciertas palabras no deberían ser leídas. Ciertas palabras no deberían ser vividas, porque no hay palabras que puedan realmente darle significado a algo que no tiene sentido. Secuestro. Secuestro. Secuestro. Dentro nuestro sólo rima con siniestro.
Acaba de regresar a la vida un exministro secuestrado hace seis años; la historia de Araújo es la de un hombre que fue vendido para ser crucificado y regresó de la muerte con el rostro de un cristo en penitecia. Se fugó de sus captores, -la guerrilla que no es guerrilla y se llama FARC- y que lo compró a unos comunes delincuentes comunes que lo secuestraron y ellos le pusieron luego un precio imposible para no devolverlo, para negociarlo, para sentenciarlo al olvido. Y de allí huyó en su segundo intento. En el primero había fracasado y fue amarrado a un árbol durante siete meses. Nunca sufrió Sindrome de Estocolmo porque alguien que te mira con un arma en sus manos no puede ser tu amigo. Y el silencio, que era su refugio, hizo añicos en sus cuerdas vocales y era doloroso recuperar palabras para decir cuando llevaba meses de callar. Se lo llevaron recién casado y regresó para ver que su esposa ya tenía otro esposo. Ahora se desatrasa de noticias: alguien le muestra imágenes de dos torres caídas en Nueva York y de una guerra y otra, del campeón de fútbol, del hijo que era un niño y ya se gradúo, del trabajo que tenía y ya no, del planeta que siguió girando en su ausencia porque entre tanta muerte la vida nunca dijo stop.
Esa es la historia de uno apenas pero no sólo es la de él, en mi país son un número incierto -mayor a dos mil, casi tres mil personas- pero cuando secuestran a alguien no es el nombre de alguien a quien se llevan; secuestran la tranquilidad de toda una familia. Ya puedes hacer la multiplicación en el dividido país que nos resta vecinos a la vez que nos suma preocupación. Sé que han bajado las cifras de crecimiento de este sucio y necio negocio pero se suman los días de los mismos que no están mientras a las mismas montañas llegan algunos más.
Aquí desaparcen incluso los desaparecidos.
¿Qué crimen hay peor que este rapto de quitarte la vida pero dejarte vivo para ser testigo y no protagonista de lo que deberías haber vivido? A esta hora, en una mesa de un hogar cualquiera, se sientan a comer mientras una silla vacía espera con la esperanza de no perder la esperanza.
Sácame de aquí, llévame a un lugar donde mi corazón tenga eco cuando lo escuchas latir.