Equilibrista de palabras, palabrista. Junto silencios para llegar a un poema que no alcanzo jamás.
miércoles, diciembre 12, 2012
LA CAMISETA DE MILLOS
Era
pequeño, muy pequeño, cuando los tres hermanos le pedimos al niño dios
camisetas de Nacional. Resultado: dos - cero: a mí, el menor, me trajo
una del Unión Magdalena. Mamá dijo que era lo mismo, que también era de
rayitas. Y no. No es lo mismo. Un vecino compasivo y con segunda
intención me dio la suya del campeón Millonarios. Entonces fui hincha
azul seis meses mientras heredé la verde, cuando le quedó chiquita a uno
de los mayores. En honor a ese momento de la infancia, mezcla de trauma
y agradecimiento, me sabrán disculpar los vecinos si el niño que llevo
adentro me pide un helado para salir a celebrar en caso de que ganen la
final los del equipo de la capital.
Yo soy un indolente en cuanto al fútbol se refiere. Me gusta jugar, siempre me ha gustado. Pero, nunca me ha gustado VER jugar, nunca. Por ende, siempre que me invitan a ver un partido clásico o una final, le voy al equipo con más posibilidades de victoria. Al fin y al cabo, los que se deben preocupar de verdad por ganar o perder son sólo y únicamente los jugadores, el técnico y el grupo empresarial que financia el equipo. Yo voy pues, para así celebrar algo a son de nada, y subir el ánimo. Un saludo tocayo.
Yo soy un indolente en cuanto al fútbol se refiere. Me gusta jugar, siempre me ha gustado. Pero, nunca me ha gustado VER jugar, nunca. Por ende, siempre que me invitan a ver un partido clásico o una final, le voy al equipo con más posibilidades de victoria. Al fin y al cabo, los que se deben preocupar de verdad por ganar o perder son sólo y únicamente los jugadores, el técnico y el grupo empresarial que financia el equipo. Yo voy pues, para así celebrar algo a son de nada, y subir el ánimo. Un saludo tocayo.
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