miércoles, julio 04, 2007

(una opinión)

Canción del Eterno Retorno

Invitación a salir a la calle a la Marcha contra el Secuestro en Colombia y por la devolución de los cuerpos de los ejecutados en cautiverio. El luto de las camisas blancas. Acompañando a los ausentes.

Tiene la voz de un niño, el rostro de un niño, el cuerpo de un niño, la edad de un niño y la mirada cansada de un anciano con lágrimas viejas. Se llama Johan Esteven Martínez y tiene casi once años, aprendió a leer con las cartas que le escribió su padre desde una dirección que nadie conoce, un hombre que apenas ha conocido en fotos y en la voz de su mamá que le ha contado que esa ausencia que los acompaña desde hace casi diez años es el vacío de su padre secuestrado, el mismo que el niño ha visto hace poco en un mensaje televisado de pocos segundos que confirma la supervivencia de un hombre perdido entre la selva, el olvido y la oscura conciencia de la guerrilla de las FARC. Johan llora cuando lee la palabra Cautiverio y no hay diccionario que le enseñe el significado de las ocho letras que juntas dicen Libertad, eso sólo está en el rostro de su padre a quien nunca ha podido acariciar.

Teresita Gaviria se llama ella, llevo años conociéndola, podría ser mi abuela, varias veces la he acompañado a levantar la pancarta con el rostro de su hijo desaparecido. Ella nunca ha dejado de ir los miércoles al atrio del templo de La Candelaria a reclamar voz en cuello por el regreso por los secuestrados del país… con el dolor de madre que no puede serlo porque no hay hijo para ejercerlo. El sábado pasado la vi abrazar a un hombre que simboliza el bando paramilitar de los que le quitaron el pedazo de vida que ella más quería. Y habló en voz alta de reconciliación y perdón. Decía que la única reparación que espera, como víctima de esta guerra, es escuchar la verdad sobre el destino de su hijo. Ningún cheque sanará sus heridas, sólo la verdad puede hacerla libre como hace años no lo es aunque no sea su cuerpo el desaparecido. Pero es que le han raptado el espíritu. La están obligando a perder la esperanza. Me dijo que hace diez días supo del cuerpo de su muchacho flotando por el río Magdalena con aves de carroña agujereándole el pecho con sus alas abiertas como malos vientos. Teresita sólo quiere que los verdugos que hoy están sentados en un proceso de confesar le admitan de una vez por todas que a su hijo no lo verá más ni lo podrá enterrar. Sólo eso le dará paz.

La cama del que no regresa sigue enfriándose mientras está en llamas el pecho del que lo espera. Hablo de gente común que no leeremos en la prensa de mañana, que convirtieron en mercancía (916 conductores, 740 agricultores, 431 amas de casa, 503 estudiantes… todos ellos secuestrados) pero también de la suma macabra que se completa con escudos para un intercambio: políticos, militares, periodistas y otros oficios de alto riesgo como ya les llaman. Hoy no abrirán al atardecer la puerta de su casa 3.143 personas, el secuestro también es eso.

Hablo de un niño nacido cautivo hace tres años, hablo de once cadáveres secuestrados después de cinco años muertos en vida. Hablo con números pero no hablo de números, hablo de gente con nombre, historia y familia. Hablo porque en esta guerra la palabra es mi única munición. Hablo porque callarse es permitir un silencio más propicio para el eco de las balas. Hablo porque el miedo en la garganta ya se hizo cáncer en esta nación. Hablo porque ellos, los que no están, no están solos. Tampoco los que aguardan su regreso. Y escribo esto para que mi esperanza no se canse de esperar.

Y caminaré mañana en la calle con todo aquel que no conozco y es hermano mío. Caminaremos las ciudades por aquellos que deambulan en los montes, caminaremos libres por los encadenados, caminaremos mientras podemos decidir hacerlo. No camino para conmover a nadie que cobardemente se esconde detrás de las armas, no soy tan ingenuo, camino porque soy yo el conmovido, porque creo aún en el derecho que tenemos de velar a nuestros muertos. Porque quiero decir que no estoy de acuerdo con esta ausencia forzada y pido un acuerdo para permitir el regreso.

Caminaré en esta marcha porque puedo. Y debo.

20 comentarios:

  1. Anónimo4:34 p.m.

    Suena la sirena sorda
    de los llantos
    de quienes tienen cerca
    la experiencia de tener
    muertos en vida
    entre los suyos.

    Desaparecidos.
    Esos que no salen más en los noticieros.
    Y siguen desapareciendo.
    Y siguen chantajeando.
    Ya el dinero no es el motivo.
    El cochino poder.
    Eso es lo que quieren.
    Y los estamos dejando.
    Son magos malditos
    que dejan historias rotas,
    son magos malditos
    que convierten el paraiso
    de nuestros montes
    en carceles de verdes barrotes,
    de caminos de terror y trampa
    para los caminantes.

    Quién podrá detener esta pesadilla?

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  2. Anónimo4:49 p.m.

    Es muy dificil entender que nos salgan lágrimas por desconocidos, que duela tanto volteando del alma a la derecha...
    Cuando creíamos haber tocado fondo...
    Yo creo que sí.
    Que hay que caminar.
    Que nos tiene que doler tanto como a ellos.
    Que es hora de ponernos en sus zapatos y dejar de pensar que el problema es de otros.
    Yo marcho por ellos. Porque alguien no los deja y a mi si.

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  3. En el rostro tengo las lágrimas de un dolor compartido, de un anhelo que no se lleva el olvido... Tengo en mi rostro dibujada la palabra esperanza, porque de eso se alimentan las almas.
    Mañana caminaré a tu lado

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  4. Yo desde acá estaré.
    Besos solidarios querido Juan.

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  5. Anónimo9:54 a.m.

    llévame en tu ropa blanca

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  6. Es increíble la tragedia que estais viviendo en Colombia. Mi total solidaridad, amigo. Si estuviera allí, me uniría la primera en la marcha, para ser todos una sola voz. Muchos besos y adelante con todo. Estoy con vosotros.

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  7. VI A MUCHOS CAMINAR.
    Y TE VI A VOS, Y ME VI A MI.
    SENTÍ POR PRIMERA VEZ EN MUCHO TIEMPO UN ORIGINAL Y JUSTIFICADO MOTIVO DE ORGULLO.
    SÓLO POR ESE CAMINO CONSTRUIREMOS UNA SOCIEDAD QUE TENGA DE QUÉ ENORGULLECERSE.

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  8. Lo de hoy fue algo muy hermoso, por que es unirse a miles de voces que clamamos paz, justicia y libertad...

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  9. desde argentina, me pongo un luto de camisa blanca y mando mi fuerza para ustedes.

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  10. Yo creo que hay que caminar, como creo que hay que leerte.
    Tus palabras, son tambien las mias y las de muchos otros que nos unimos a la marcha tarareando tu "Canción del eterno retorno".
    Namarí.

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  11. Se respira mejor sintiendo que ya no pertenecemos al peor de los ejercitos, EL EJERCITO DE LOS INDIFERENTES..., no se sabe a donde terminará la marcha, ojala sea al final de esa eterna agonía de estar en manos de los malvados de cualquier bando.

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  12. Qué impotencia!!! Pero sí, hay que salir a marchar, hay que reclamar en silencio, un silencio que ahogue.
    Mi solidaridad desde aquí.

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  13. Mi abrazo, Juan, mi abrazo para tí y los que sufren, para que se vuelva fuerza y crezca la capacidad de abrazo...

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  14. ¿Qué tal la marcha, Juan? Besos..

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  15. Anónimo2:42 p.m.

    A TODOS/ y salimos a la calle con la voz de los callados en nuestro cuello y el grito herido pero certero, de vez en cuando la indiferencia no es parte de este arsenal que nos hace tanto mal. Salimos a marchar como ejército de paz y liberación, el combate de todos los días lo damos con el argumento de nuestras ideas...

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  16. uf, qué fuerte. Desde la distancia geográfica y la cercanía "internet", todo mi apoyo...

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  17. Esa convicción me agrada. Creer en algo y no permanecer estático a que pase todo, sino participar.

    Saludos. Monique.

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  18. ¿Qué tal fue la marcha?

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