jueves, noviembre 02, 2006

BIOGRaFÍA DE LOS CALLADOS
A veces es difícil no sentirse un poco a medio camino entre un sobreviviente de guerra y el ganador de la lotería Otrodíaquepuedesrespirar. Hablo de la historia reciente que por cercana algunos creen que es anécdota y no historia. En el barrio Eduardo Santos (que nunca han visitado miembros de esa familia), en aquello que por extensión todos conocieron como Comuna 13, me contaron esta escena sucedida hace apenas tres años... para nadie es secreto que un método para bajar los números de los desertores estudiantiles son los Restaurantes Escolares y han resultado buena herramienta; mientras esperas la comida, algo estudias. Pues así fue: una mañana bajo una lluvia de balas a pleno sol de verano Manuel, el rector del colegio, llamó a casa de algunos los alumnos para activar la cadena de llamadas que anuncia que hoy no hay clases. Y en el colegio las puertas cerradas al combate abierto que en las calles tenían paracos y guerrillos (en plena ciudad) tuvieron que abrirse ante los golpes de los nudillos de un niño de nueve años que atravesó aquel nudo de tristeza, estupidez y violencia que es un combate, para tocar esas puertas de la escuela. ¡Pero por qué se vino, yo les avisé que hoy no hay clase, que hoy la calle no es de nosotros! le dijo Manuel. Y el niño que desafió todo, menos la voz del maestro en la puerta, le dijo entonces: es que si yo no vengo al colegio, no como.
Hoy me ha dado por recordar, en medio de esta calma fría de ciertas esquinas, la primera vez que me llegó una amenaza por algo que había publicado en pleno uso del atrevimiento casi adolescente que sigue conmigo. Este recuerdo (que bien mirado no tiene nada que ver) viene a mi mientras miro los ojos de Manuel contándome la historia ya contada. Después de aquel mensaje oscuro, años ya, esto fue lo que escribí...

PANTOFOBIA

Apagas la televisión y las malas noticias escapadas del telediario siguen por ahí, pero piensas que no entrarán en tu casa porque el día de la santa cruz dijiste mil veces jesús, jesús, jesús...
Sé que el mundo afuera, en las calles, no es como en las películas y que hasta en las salas de cine se siente mucho frío.
Hay días en los que ninguna oración sagrada puede defenderte. Ni curarte la sensibilidad herida con ese miedo a todo, con esta pantofobia.
Lo peor que pudieron enseñarme en la infancia fue a tener miedo.
Hoy tengo miedo.
Y me da miedo decirlo en voz alta.
Algunas palabras pueden quemarte la garganta.

3 comentarios:

  1. La lotería la ganamos cada mañana cuando descubrios que estamos respirando.
    Y que lo hacemos en una cama caliente.
    Reposados.
    No en un sótano encadenados a una cama o en la selva retenidos por niños asesinos reclutados por comandantes asesinos disfrazados de salvadores (¡asesinos!).
    Un día no respiraremos más.
    Seremos el olvido del que escribieron Abad y Mosquera.
    No habrá más baloto diario.
    Todo se habrá esfumado: el miedo, la fiesta, el cuerpo.
    Sólo la palabra quedará, y no como testimonio imperecedero (nada es imperecedero), sino como recuerdo fugaz de quienes se extinguieron teniendo miedo y callando, y quienes lo hicieron teniendo miedo y hablando.
    Todos tenemos miedo, pero sólo valdría callar si eso nos salvara del abismo del final, y como no es así, seamos parlanchines miedosos pero felices.

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  2. Hay miedos de miedos.
    Unos profundos, otros banales.
    Hay miedos que tienen el mismo sentido pero grados de evolución y manifestaciones diferentes.
    En la casa, en la oficina, en la calle... tantos miedos, tontimiedos, súpermiedos. Lo malo no es sentirlos, lo malo es ignorarlos y quedarnos quietos.

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  3. a veces busco a proposito historias que me hagan un nudo en la garganta y me arranquen las lagrimas sin poder evitarlo.
    no, no es perversion ni morbo, creo que simplemente busco el combustible que me llene de rabia y de convencimiento que vale la pena luchar cada dia, en vez de mirar a un lado y seguir...

    NO MAS LIMOSNAS!!

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